Desde los albores de la humanidad, la biodiversidad –es decir, la variedad de especies que habitan el planeta, incluyendo sus genes y los ecosistemas que conforman– ha sido fuente de desarrollo, bienestar e identidad para distintos tipos de comunidades. Durante toda nuestra evolución, los seres humanos hemos dependido de la diversidad biológica tanto para satisfacer nuestras necesidades materiales como espirituales, aprovechando la multiplicidad de beneficios que el entorno natural nos provee. Estos beneficios, conocidos comúnmente como “servicios ecosistémicos”, comprenden los bienes y servicios de los que la población depende, como los servicios de provisión, es decir, el aporte de especies en términos de medicamentos, alimento y materias primas; de regulación, por ejemplo, el control de las inundaciones, la polinización de cultivos y el mantenimiento de la calidad del aire; de soporte, que se refiere a las consecuencias de las interacciones de muchas especies que colaboran en la formación del suelo y el ciclado de los nutrientes; y los servicios culturales, que incluyen, entre otros, el valor espiritual, estético y educacional de especies y ecosistemas. Los servicios culturales se refieren entonces a los beneficios intangibles que como individuos o sociedad recibimos de la biodiversidad. Quizás por el hecho de ser intangible, muchas veces el valor cultural de la biodiversidad es olvidado o postergado por la sociedad al momento de tomar decisiones, y eso ha conllevado a una disminución progresiva del conocimiento que tenemos como seres humanos sobre la relevancia que tienen distintas especies para la construcción de nuestra propia identidad y bienestar. Sin embargo, este olvido puede ser superado con el pequeño gesto de volver a mirar lo que nos rodea: la íntima relación que ha existido desde siempre entre las sociedades y la naturaleza.
El libro «Me lo contó un pajarito. Especies de Magallanes y su relación con la cultura» es una invitación a que nos acerquemos a la naturaleza desde otro prisma, que vincula directamente nuestra forma de vida y la de nuestros antepasados al patrimonio ambiental que nos rodea. En sus páginas podemos (re) descubrir una amplia gama de relatos culturales y más de 60 fotografías de especies nativas, donde la fauna y flora de Magallanes son protagonistas y evidencian que han sido y son parte del acervo cultural de la región.
El libro es un proyecto de Gabriela Simonetti-Grez, Directora Ejecutiva de Kauyeken (autora) y Gregor Stipicic, miembro de la organización (fotógrafo), y es una iniciativa Medio Ambiental financiada con recursos del Gobierno Regional de Magallanes y Antártica Chilena con aprobación del Consejo Regional.
El libro puede descargarse de forma gratuita aquí